Detrás del misterioso nombre de Cube.bz se esconde una de las parejas creativas más prolíficas de nuestro país: María de la Cámara y Gabriel Paré. Establecidos en Agullana (Alt Empordà), estos diseñadores ‒formados en el Institut del Teatre de Barcelona y en los principales escenarios alternativos‒ abordan conjuntamente el espacio y la luz: «No nos acaba de interesar trabajar estos dos ámbitos por separado». Los binomios parecen ser el terreno natural en el que se sienten más cómodos: trabajan en pareja entre el Empordà y el resto del territorio, se mueven indistintamente entre el diseño del espacio escénico y el de iluminación… Es precisamente en los espacios de tránsito donde encuentran el mejor abono para su creatividad. Aunque tienen un estudio en su masía de Agullana, aseguran que es en el escenario donde, finalmente, su proceso de creación e investigación acaba tomando forma. «La autopista es nuestro taller.» Esta versatilidad y movilidad se ha hecho evidente también en nuestros encuentros. Los hemos visitado dos veces. La primera, en el escenario del Teatre Grec de Barcelona mientras ultimaban el estreno del espectáculo El monstre al laberint, con dirección y coreografía de Constanza Brnčić; la segunda, en su masía de Agullana.
Su currículum es tan extenso y variado que es casi imposible resumirlo. Han colaborado con artistas y colectivos como General Elèctrica, Àlex Rigola, Societat Doctor Alonso, Marcel·lí Antúnez, Albert Pla, Los Corderos o Rosalía. Pero, aparte de sus trabajos, si algo los define es su metodología de trabajo: la investigación como principal motivación y una visión artística personalísima que nunca se supedita a los artistas con quienes colaboran sino que dialoga con ellos directamente estableciendo complicidades éticas y estéticas que hacen crecer artísticamente cualquier proceso en el que participan. Una mirada artística y política sobre la creación que bebe de referentes declarados tan (aparentemente) dispares como la arquitectura racionalista norteamericana, Camarón de la Isla, los hermanos Lumière, Alvar Aalto, Caravaggio, la rumba o el punk.
Trabajan en danza, teatro, música, cine, instalaciones artísticas o arquitectura: «Lo que aprendemos en el mundo de las instalaciones artísticas nos lo llevamos al mundo del teatro; lo que aprendemos en el mundo de la música, nos lo llevamos al mundo de la danza. Es en este entorno ambiguo, en el que se encuentran las artes en vivo, donde nosotros nos sentimos más a gusto». Esta indisociabilidad entre luz y espacio la ejemplifican a través de la figura del arquitecto: «A un arquitecto nadie le plantearía nunca que diseñara un edificio y que, más adelante, alguien diferente decidiera dónde deben colocarse las oberturas para facilitar la entrada de luz natural». La luz tiene un efecto sobre los materiales y volúmenes del espacio y, por tanto, a María y a Gabi les resulta del todo artificioso pensar las dos cosas por separado. Esta relación, sin embargo, también se da en el sentido inverso: «Trabajamos los elementos lumínicos como elementos escénicos. Un foco no solo ilumina sino que también tiene una determinada presencia escénica. Componemos el espacio escénico pensando que la disposición del material lumínico tiene que tener un sentido espacial». Tal como sucede con el resto de profesionales de la escenografía a los que hemos entrevistado, María y Gabi tienen una visión ampliada de lo que tradicionalmente se asociaba con el diseño de iluminación: «No trabajamos con la luz para conseguir simplemente que los elementos escénicos se vean bien sino para crear una dramaturgia, un espacio en tres dimensiones.»
Los dos asocian esta particular idiosincrasia de su método de trabajo con las circunstancias en las que empezaron su carrera profesional: «Comenzamos a trabajar en el momento en que la danza contemporánea se estaba planteando que no todo era bailar y se acercaba al mundo del teatro; un momento, además, en el que había una crisis importante que afectaba a todo el sector. Todo esto hace que los límites se desdibujen.» Este método de aprendizaje que pasa inevitablemente por la experimentación tiene un eco evidente en la personalidad artística y la curiosidad creativa de María y Gabi.
El primer encuentro con los «Cube» (tal como se les conoce en el sector) acabó con una reflexión sobre las políticas culturales que afectan a las artes en vivo alternativas y a la investigación escénica: «Es evidente que las políticas culturales sobre las artes en vivo comportan una distribución de los recursos que es preciso reformar. Las propuestas siempre se quedan con una porción ínfima del pastel [ante propuestas más clásicas]. Y, además, las propuestas más clásicas se nutren de las propuestas alternativas y de investigación». Para María y Gabi, el teatro desarrolla la misma función que cualquier otra disciplina artística: remueve, hace pensar, alimenta, genera una sociedad con espíritu crítico. Además, señalan que las artes en vivo más experimentales tienen la capacidad de combinar la reflexión y la crítica con el entretenimiento y la diversión: «Y parece que nadie se dé cuenta de esto».
Podéis descubrir en más profundidad el trabajo de Cube.bz en su sitio web web:
www.cube.bz